Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. El que hace lo bueno es de Dios; pero el que hace lo malo, no ha visto a Dios. 3 Juan 11

Dios Te Ama... Búscalo.

Cómo evitar la Arrogancia del Poder


De antemano sé que ningún líder o pastor de una iglesia se considera arrogante o poderoso, por lo que me sorprendería si alguno admitiera lo contrario. En más de 60 años en diferentes iglesias, asociaciones y convenciones denominacionales, son pocas las personas en posiciones de liderazgo que han mostrado estas características, pero en la vida de un líder puede haber factores circunstanciales que propicien estas actitudes. Lo importante es reconocer que éste no es el proceder que caracteriza a un seguidor de Cristo y menos la de uno que fue llamado al ministerio, no obstante, como seguimos siendo seres imperfectos, hay que tener la guardia en alto para evitar estas posturas inapropiadas, las cuales pueden impactar negativamente al ministerio y socavar la efectividad de un líder.

En el blog Great Leadership leí unos consejos para los ejecutivos de corporaciones, los cuales adapté para el contexto de una iglesia.

10 maneras de evitar la arrogancia del poder:

1. Permita disentir. Más bien permita que aquellos que están en desacuerdo se sientan libres de expresar sus diferencias. Aliéntelos a exponer sus puntos de vista y a establecer el diálogo.

2. Dedique tiempo a sus feligreses, no me refiero al grupo que lo asiste o apoya en las diferentes funciones del ministerio solamente. Haga un esfuerzo por conocer a fondo a toda su congregación.

3. Lea y responda toda su correspondencia, especialmente los correos electrónicos. Devuelva todas las llamadas telefónicas en menos de 24 horas.

4. Manténgase disponible y accesible.

5. Sostenga regularmente conversaciones informales con los grupos que representen los diferentes sectores de su congregación (damas, caballeros, jóvenes, diáconos, etc.)

6. Participe con regularidad en las actividades de cada departamento. Observe y ofrezca ayuda o sugerencias sin desvirtuar la posición del líder.

7. Organice un desayuno, almuerzo o paseo con diferentes grupos de la iglesia.

8. Realice encuestas, mida el pulso de su congregación.

9. Búsquese un mentor, alguien de su absoluta confianza que sea capaz de señalar sus errores o confrontarlo (en privado) cuando sea necesario.

10. Apóyese en la tecnología y en los medios sociales (blogs, MySpace, Facebooks, etc.) que muestren otras facetas de su vida privada y familiar.

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